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Economía y Política | Economía y Política
Vol. 10 Núm. 1 (2023)

Lo que no se nombra no existe: Determinantes de la desigualdad de género en el trabajo no remunerado del hogar

Francisco Cabrera - Hernández
Profesor investigador titular, División de Economía, Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), México

Sarah Hernández
Departamento de Economía, Universidad de Monterrey, Nuevo León, México.

Salvador Chávez
Departamento de Economía, Universidad de Monterrey, Nuevo León, México.

Código DOI:

10.15691/07194714.2023.001

Páginas

5 - 45

Publicado

ene 26, 2024

Palabras Claves

Resumen

El trabajo no remunerado del hogar (TNRH) ha sido históricamente delegado a la mujer y su contribución al desarrollo es estructuralmente invisibilizada. El objetivo de la presente investigación es explorar los atenuantes y agravantes de la desigualdad de género en el TNRH, considerando su interacción con tres ejes principales de los hogares en México: la educación de la mujer, su estatus laboral y el entorno espacial (rural y urbano). Para este fin, utilizamos datos panel de la Encuesta nacional sobre niveles de vida de los hogares (ENNViH 2002, 2005-2006 y 2009-2012) y diversas estimaciones de efectos fijos de dos vías (TWFE, por sus siglas en inglés). Los hallazgos sugieren que la urbanización implica mecanismos para el progreso de los roles de género en cuanto a la redistribución del TNRH; pero esta no es suficiente para disipar la brecha de género que surge de la sistemática y rígida carga de labores domésticas no remuneradas que se le adjudican al género femenino, principalmente agravada por la presencia de hijos en el hogar. Esta desigualdad en TNRH persiste incluso al alcanzarse mayores niveles de educación, manifestándose claramente en una doble jornada laboral para las mujeres que cuentan con un trabajo remunerado.

Citas

1 El TNRH es definido por el Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI) como: “El tiempo destinado a las labores domésticas y los cuidados realizados por los miembros del hogar para producir servicios destinados al consumo del hogar, sin obtener un pago o remuneración”.

2 Por ejemplo, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social de México (SEDESOL), a 2018, 79% de las estancias infantiles se encontraba en zonas urbanas o semiurbanas. Véase https://www.mexicosocial.org/el-entorno-social-de-las-estancias-y-guarderias/#_ftn1 [25 de julio de 2022].

3 En este aspecto, México, en 2019, sobresalió por la baja participación de la mujer en la fuerza laboral, siendo de 49,13%, en comparación con otros países latinoamericanos con similar nivel de ingreso, como Chile, con 59,13%, y Argentina, con 59,53% (Banco Mundial 2022).

4 Según Villegas (2012: 79), teóricamente, “aquellas mujeres que hayan decidido ex-ante convertirse en mujer-madre, logran niveles de consumo de estado estacionario inferiores al del hombre y al de la mujer sin hijos”.

5 A través de la Encuesta nacional de ocupación y empleo (ENOE) de 2017.

6 Además, debido a restricciones en los datos, descartamos el estudio de variables que han sido identificadas como significativas en la redistribución de las labores domésticas, como la presencia de abuelos maternos o paternos en el hogar (De Bruin y Liu 2019) y la contratación de un/a trabajador/a doméstico/a (Casique 2008). Por ejemplo, en nuestra base, las trabajadoras del hogar o de cuidado de “entrada por salida” no se registran. Aunado a esto, solo el 0,6% de los hogares tiene una trabajadora “puertas adentro” o que cohabita el hogar. Aunque sobre estas pocas observaciones sí es posible determinar que el 91% son mujeres, resulta un número insuficiente (n=110) para obtener resultados significativos.

7 Mientras que el ocio y autocuidado se definieron como “otras actividades” dentro de las variables explicativas.

8 Un conjunto más amplio de estimaciones, que incluye otras especificaciones menos restrictivas, solo con efectos fijos a nivel hogar y de tiempo, para TNRH y trabajo remunerado, se encuentran en las tablas A1 y A2 en el Anexo, respectivamente. Los estimadores promedio no cambian de manera significativa.

9 Ello implica que la jornada remunerada del hombre en nuestras estimaciones es de 28,21 horas en promedio cuando la mujer no trabaja remuneradamente. Si bien parece un número bajo de horas, se debe considerar que, en esta estimación, se incluye a los hombres que “trabajan” cero horas (un 10% de nuestra muestra).

10 Los estimadores puntuales por estatus laboral de la mujer pueden consultarse para TNRH y trabajo remunerado en las tablas A5 y A6, respectivamente, en el Anexo.

11 En las columnas 3 y 4 de la tabla 6 del Anexo se observa que, al tenerse una brecha en trabajo remunerado no significativamente distinta de cero y una brecha positiva (en contra de la mujer) generada por la condición urbana, los resultados sugieren que las mujeres que participan en el mercado laboral en zonas urbanas trabajarían más horas por un sueldo que los hombres, dejando constantes su educación, edad, ingreso, tamaño del hogar, población municipal, horas que invierten en ocio y número de hijos de distintas edades, además de otros efectos no observables a nivel hogar.

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